Fotografía Ana Gutiészca
Texto Elza Tamez

Macro-universo


El pasado, presente y futuro. Los recuerdos, ideologías, fijaciones y obsesiones. Ana, los encierra dentro de tres cajones en una caja de catón a negro y rojo. Custodiada, protegida y espiada por ser seres terrenales.

Es el encuentro entre dos universos.
El yo interior: el ilimitado, explosivo y creador mezclado con la sangre y las entrañas; y el yo exterior: el limitado, vacío y de ojos carnívoros.
Ambos mundos divididos por una línea traslucida y fácil de cruzar.
Como rota en pedazos la memoria, dentro de una libreta encontraremos fragmentos de su infancia, gentes de bazar, familia, Rarámuris, Kenya, dibujos terminados e interminados.
Gutiészca hace una denuncia al hombre de nuestro siglo. Sin tentativas de reflexión, conformista, tibio, entregado sólo a la vida del placer, viviendo sólo el momento y ciego ante los problemas sociales.
Y hace una exaltación hacia los animales y su universo. “El mundo de lo fantástico”. Auténticos, libres y trasparentes.
“Los animales también son la reunión de todo lo que he vivido en distintas épocas, lugares, ciudades. Variedad de razas y sentimientos”.
Y finalmente , ¿Ana y sus gallinas sumergidas en frascos sellados o Ana muerta como las gallinas?. Lo inevitable, el futuro de cada quién; el paso de la vida a la muerte y/o viceversa. La descomposición y destilación de olores fétidos, escabrosos. Y su posible renovación.


Hasta el 8 de febrero, subiendo las escaleras al ático del Centro Cultural Casa Purcell, te puedes encontrar con los recuerdos de Ana Gutiészca.